El combustible es uno de los factores que más influyen a la hora de viajar. Llenar el tanque incide directamente en el presupuesto del trayecto y ademas condiciona las paradas a lo largo del del camino en función de las estaciones de servicio y la capacidad del deposito.

Pero, como para todo, hay unos truquillos que nos permitirán viajar con algo más de confianza respecto a lo que al depósito se refiere. La reserva es ese último trozo del indicador del salpicadero que nos avisa que deberíamos parar a repostar porque nuestro deposito está próximo a agotarse. Todos los fabricantes coinciden en una cosa a este respecto: circular con el coche en reserva no debe convertirse en una costumbre. 

La falta de líquido y la mayor presencia de oxígeno en el tanque pueden hacer que la quema de combustible tenga más impureza. En el caso de la gasolina, cuanto más vacío está el depósito más rápido se evapora el combustible. 

Lo recomendable es circular con al menos medio depósito lleno pero, de todas formas, si algún día en carretera entramos en reserva y no sabemos cuándo vamos a poder parar, no hay que entrar en pánico.

 

LA CLAVE: LAS ESPECIFICACIONES

Por norma general, la reserva de los coches permite seguir circulando durante un rango de 50 a 120 kilómetros, obviamente dependiendo del tamaño del coche. Los utilitarios se suelen encontrar, por ejemplo, en el rango más bajo. 

De todas formas, la manera más fiable de saberlo (además del típico ‘yo conozco a mi coche’) es mirar las especificaciones técnicas. Según lo que nos diga el fabricante sabremos cuánto podremos seguir circulando. 

Desde la página de Toyota, por ejemplo, avisan de que con un Yaris probablemente puedas seguir conduciendo hasta 100 kilómetros más… si lo haces sin acelerones, de manera suave y mantienes una velocidad constante.